VOLVER A CASA
La voz de tu abuela gritando que te bajes de la mata de mango, que te vas a caer.
Los colores de loros y guacamayas surcando el cielo de Caracas, convirtiéndola en un arcoíris escandaloso, en pleno movimiento.
El olor a café, a infancia y a cilantro de tu mamá.
El canto de algún gallo anunciando que amanece.
La certeza de que, más allá de las paredes que te rodean, estés donde estés, te acompañan tus afectos, tus montañas y tus mares.
Ese es el tesoro escondido dentro de cada Hallaca.
Todas diferentes, todas personales, todas únicas: hacerla es encontrar tu propia voz y homenajear tu historia, tus sabores.
Es un acto de amor, una ofrenda.
Cada una encierra el misterio de muchas vidas que a la vez son la tuya.
Cocinar una hallaca es volver a casa.
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